Desde la visita de Salvador, fundador de ACOMAR, al Colegio Internacional Lope de Vega, tanto alumnos, como profesores, como la misma dirección del centro, se han volcado con esta asociación de la Iglesia en nuestra Diócesis de Orihuela-Alicante. En otras ocasiones hemos llevado ropa, también alimentos no perecederos, y en esta ocasión se dio un paso más.
El martes 23 de abril, tras terminar el servicio de comedor del Colegio, junto con lo que no se utilizó de comida se hicieron algunos menús más. Desde Diego, jefe de cocina, pasando por todas y cada una de las cocineras, prepararon con muchísimo esmero la comida para poder transportarla correctamente hasta Alicante. Junto al capellán D. Javier, y los alumnos José Cabot y Julian de 2º de la ESO, vino también Dña. Carmen Pérez, D. Vicente Fuster y Dña. Carmen Luna.
Unos días más tarde fuimos a recoger las bandejas para que esta no sea la única, sino la primerade muchas veces que sigamos la llamada de Cristo a dar de comer al hambriento en sentido corporal y espiritual. Para recoger las bandejas acompañaron a nuestro capellán las alumnas de 4º de la ESO, Alejandra, Sofía, Elena, Carolina y Ana.
Testimonio de Salvador, fundador de ACOMAR.Ya habíamos terminado, por ese día, la jornada. Estábamos recogiendo la Casa. Sobre las 10 de la noche. La puerta cerrada. Llaman a la puerta y siempre abrimos. Quien llamaba era un muchacho joven. No tenía para comer. Pedía solo un trozo de pan y «algo» más. Hacía frío. Le hicimos pasar. Nos comentó que es- taba con otro compañero en un coche. Le dimos dos mantas y ropa de abrigo. Cenó caliente. Le dimos comida para su amigo.
Le dijimos que vinieran al siguiente día. Y vino. Era sudamericano. Su compañero se marchó. Ve- nía en busca de trabajo. Había dejado su familia en su país y también a su compañera. No tenían hijos. Hablamos un buen rato con él. Le ofrecimos nuestro Proyecto de intervención. Obligaciones y compromisos por ambas partes. Lo aceptó. Ya tenía techo comida, ropa, ducha, y amigos… No tenía ni un céntimo y tampoco «papeles». No tenía trabajo. Lo buscaba. Venía desanimado. Con un vacío interior profundo. Nosotros le animábamos a que siguiera en la búsqueda de empleo. Lo mismo que a los 28 Acogidos que teníamos, por entonces, algunos con trabajo.
Era muy creyente y daba testimonio de su fe. Al terminar todas las noches la entrevista, le rezábamos a su «Diosito», como me decía. Un día, su «Diosito» le ayudó. Encontró trabajo en la construcción. Lloraba de alegría. Le animábamos a que siguiera. Firmó contrato, se arregló sus «papeles», era un hombre feliz. Llegó la primera nómina y nos la trajo y nos pidió que se la administrásemos. Así lo hicimos.
Le faltaba para completar su felicidad su compañera. Quería marchar a su país. Le convencimos para que su compañera viniera a España. Le faltaba un poco de dinero para el pasaje. Le ayudamos. Le mandó el pasaje a su compañera y vino. Aquello fue una explosión de alegría para todos. Es la realidad de lo que es ACOMAR. Dar vida. Se bautizó en la Parroquia de Salesianos de Alicante Fue a esperarla al aeropuerto y luego vinieron a ACOMAR. Lloraban y nosotros también de alegría. Lo recordaré siempre. Su «Diosito» les estaba ayudando.
Fue acogida como él y comenzó a trabajar, cuidando a una persona mayor. Al poco tiempo que- dó embarazada. Tuvo que guardar reposo por prescripción médica. Él continuaba trabajando y atendiendo a su compañera. Nació una niña. Preciosa. Cuando salió del Hospital, vino y nos trajeron a su hijita. Aquello fue una explosión de alegría para todos. Es la realidad de lo que es ACOMAR. Dar vida. Se bautizó en la Parroquia de Salesianos de Alicante. Me pidieron que fuera el padrino y así lo hice. Todos le dimos las gracias a María Auxiliadora. Estuvieron con nosotros 2 años. Hoy, gracia a Dios, están bien situados con su negocio, trabajando los dos y tienen otro hijo. Con frecuencia vienen y nos visitan. Miremos los caminos del Señor. Llegó a nuestra puerta, una noche, por un trozo de pan y salieron la pareja con su hijita. Llenos de dignidad. Abramos puertas. Estemos permanentemente junto a quien nos necesitan buscando su liberación. Lo demás dejémoslo en las manos de la Divina Providencia. Somos Iglesia al servicio de las personas muy muy pobres.
Y así continuamos, gracias al Señor, 23 años DANDO VIDA. Actualmente tenemos que atender, 70 personas muy muy pobres diariamente.