La llegada de los estudiantes holandeses solo pudo traer nervios y entusiasmo entre los estudiantes españoles que colaboraban en el intercambio.
El concepto principal que atrajo a las familias tanto holandesas como españolas fue la oportunidad que darían a sus hijos de aplicar y mejorar el lenguaje del inglés, el conocer gente nueva de cultura diferente y el simple hecho de poder visitar nuevos sitios y lugares.
La primera cita, que se dio en el salón de actos, se trataba de una de las más esperadas, pues fue mucha la ilusión la que surgió entre los chavales ansiosos por conocer al compañero con el que convivirían durante exactamente una semana.
La participación en el intercambio tan solo conllevaba diversión y un gran compañerismo, puntos que se desarrollaron a través de la convivencia y de todo tipo de actividades que se llevaron a cabo, (desde visitas culturales y didácticas, hasta momentos de ocio).
Tras una mañana de intenso trabajo en grupo (que se dio el viernes día 7 de octubre), se desarrollaron diversas presentaciones cuyo tema se centraba en las energías renovables. Se trataba de algo sobre lo que los estudiantes habían estado trabajando durante unas tres semanas. La exposición de estas presentaciones se daba esa misma tarde; una serie de exposiciones en la que varios profesores evaluaban, como si de un examen se tratara, los trabajos en los que cada grupo se centraba en una energía diferente.
Pero, desgraciadamente, a todo momento le llega su fin que, inevitablemente provocó lágrimas entre los nuevos amigos y compañeros del intercambio. Fue una despedida bastante emotiva que se manifestó a través de abrazos y gestos de aprecio. La unión que ahora hay entre ambos grupos de estudiantes se volverá a disfrutar, afortunadamente, el próximo mes de mayo.